Regresión

Minnesota, 1990. El detective Bruce Kenner (Ethan Hawke) investiga el caso de la joven Angela (Emma Watson), quien parece haber sido víctima de un crimen inconfesable. El policía se ve obligado a bucear en los recuerdos más escondidos de las mentes de los implicados, lo que abre paso a un abismo de malos augurios, oscuridad y perversidad sin cuento.

Así, el caso policial presenta indicios de ser algo más, algo mucho más grande, una conspiración diabólica en el sentido literal. Esos indicios, contemplados por el detective protagonista, construyen la trama.

En el filme creado a partir de estos presupuestos se reconoce el estilo del director y guionista español. Se trata de una película de autor, en el sentido de que Amenábar guionista, director y coproductor. Sin embargo, también es una propuesta muy convencional. Eficaz, inteligente, incluso bien intencionada, pero un poco tramposa.

En ese sentido, Amenábar se muestra en “Regresión” como un director capaz de engañar al espectador hasta conducirle a donde él quiere, aunque más por oficio que por arte. Utiliza trucos que, tal vez sobre el papel, es decir, en el guión, podrían resultar débiles, pero que después, una vez llevados al celuloide por un cineasta inteligente, funcionan. Y no solo en taquilla, donde la película ha constituido el mejor estreno del 2015.

Aún así, la última obra de Amenábar no trae nada nuevo, por mucho que sepa aprovechar las enseñanzas de los maestros: buena dirección, una producción cuidada, buenos actores (falla tal vez la joven Watson, a quien le falta intensidad para todo el mal que le debería caber dentro de acuerdo al guión). Un rato absorbente, en suma.

Una cosa más (no, no revelaremos el final). Hablando de maestros, notará el espectador que el recuerdo de Hitchcock se le hace presente de un modo inadvertido a lo largo del filme. Preste entonces atención al parecido del reverendo interpretado por Lothaire Bluteau con el Norman Bates representado por Perkins en Psicosis. No puede ser casualidad.

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