Libertad vs Privacidad vs Censura en Social Media

Censura y libertad, espacios privados o abiertos a todos los públicos, supervisión y regulación gubernamental o primacía de los derechos del individuo. Todas esas grandes palabras vienen a hablar del mismo asunto: la relación entre el individuo y la información. En nuestro último post reflexionábamos sobre lo social y lo privado. Hoy damos un paso más y cambiamos el issue de la privacidad por otro todavía más polémico: el de la censura.

Restringir el acceso. Reservar la información “delicada” exclusivamente a públicos determinados. Puede sonar como una descripción de los mecanismos de la censura, pero también a la definición de una red privada, como Path: que no todo el mundo pueda verlo todo. Una barrera que parece un lógico mecanismo de defensa del individuo ante una sobre-exposición que puede confundir lo íntimo con lo público. Pero, ¿y si al permitir el acceso a más información es el usuario el primer beneficiado? Por ejemplo, haciendo posible que al visitar una página y con solo pulsar un botón veas cómo ésta se transforma, se individualiza, y los contenidos que de verdad te interesan aparecen sin que tengas que buscarlos. Es uno de los futuros objetivos de Gravity, el proyecto de tres antiguos ejecutivos de MySpace presentado recientemente en la Web 2.0 Summit de San Francisco, al que Katie Kindelan dedica un artículo en Social Times: “Is Gravity a privacy breach waiting to happen?” ¿Justifican los beneficios que bajemos nuestras barreras de defensa, o precisamente tendríamos que ser más precavidos que nunca? Porque un “Pandora de la web” con un news feed personalizado puede ser también lo que todo anunciante está buscando. En palabras de Katie, “If Gravity knows what you like, won´t advertisers soon too?”, lo que lleva a la pregunta: “Should users sign in, or put their privacy guard in?”.

Por supuesto, una barrera establecida por el usuario por su propia voluntad (privacidad) no es lo mismo que una impuesta por el gobierno (censura). Sí son “limitaciones”, tanto la una como la otra, y a este punto volveremos más adelante. Pero centrémonos ahora en el problema mayor.

La censura preocupa, y mucho. En los Estados Unidos, con la recuperación de la “Combating Online Infringement and Counterfeits Act”, encaminada a combatir la piratería online, identificando a páginas involucradas en infracciones del copyright, directa pero también indirectamente. Lo que es visto por algunos (y hablamos de prestigiosas organizaciones de defensa de los derechos humanos, como Human Rights Watch o Reporteros Sin Fronteras) como un primer paso para limitar la libertad de expresión.

¿Podrían las cosas ponerse más difíciles? Sí. Podríamos vivir en China. Una de las noticias más lamentables que hemos tenido que leer es ésta: “El camino más corto hacia la cárcel: 140 caracteres”, en ReadWriteWeb. Chen Jianping ha sido condenada a un año en un “campo de reeducación” por añadir unas palabras en un retweet: “Charge, angry youth!”. Y por si esto no fuera suficiente, en el mismo artículo nos recuerdan otros casos sucedidos en Venezuela, Guatemala y Estados Unidos, remitiéndonos al muy recomendable Committe to Protect Bloggers.

Rebajemos un poco la tensión. Hace meses comentamos en este blog el incidente de Paul Chambers y su “ tweet – amenaza de bomba”. Pues bien, el caso ha continuado su curso legal y la sentencia ha sido confirmada. Lo bueno es que a Paul no le han dejado solo: inmediatamente después de que la noticia llegara a Twitter surgía la campaña #IAmSpartacus: miles de tweets que reproducían el mensaje original, en claro (y divertido, e inteligente) desafío a las autoridades británicas.

En España, por supuesto, tampoco nos libramos del problema. Para muchos, la llegada de la censura a Internet está más cerca con la llamada “Ley Sinde”, englobada en la “Ley de Economía Sostenible”. Y también, por ejemplo, con el proyecto de Ley de Medidas de Impulso de la Sociedad de la Información y su polémico artículo 11.

Habíamos dejado una reflexión pendiente: por muy diferentes que parezcan, ¿no son tanto la privacidad como la censura limitaciones de la web? Recomendamos la lectura de un artículo escrito por el “padre” Sir Tim Berners-Lee, “Long Live the Web” . En él habla de las amenazas que puede sufrir (y que está sufriendo) la world wide web, citando la “monitorización de los hábitos de la gente”, por parte de “gobiernos totalitarios y democráticos por igual”, pero también el “walling-off” de la información publicada por sus usuarios que realizan algunas grandes redes sociales.

Como nos está quedando un post muy serio, no vamos a explayarnos con un posible caso de “censura” doméstico, los cuatro afiliados de UPyD “dados de baja” por tener “enlaces en sus cuentas de Facebook apoyando posiciones y actos de otros partidos, como el PP y el Frente Nacional” (según unos) o “por tener a miembros de otras organizaciones entre tus amigos de una red social” (según otros). Mejor nos alejamos de la política, y acabamos con un par de “curiosidades Facebook”. La primera, el pequeño “desliz” de Mark Zuckerberg, calificando la política de privacidad de su compañía como “gris, no completamente blanca o negra” . Y el segundo, nuestro favorito; realmente no tiene nada que ver (o sí) con la censura o la privacidad, pero refleja muy bien cómo de presentes están las redes en nuestra vida. O lo que es lo mismo, cómo se busca, sea como sea, el “link” con ellas para llamar la atención. Leemos: “Visitar Facebook causa asma a un joven descorazonado” y, aunque sentimos el trago que tuvo que pasar el pobre chaval (italiano, para hacerlo todavía peor) al ver cómo su ex agregaba a otros hombres como amigos después de cortar con él, sonreímos al ver cómo un más que claro caso de celos se intenta vender como una crítica a los “males de las redes sociales

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