En el extremo oriental de la isla, rodeada por uno de los paisajes más bellos de toda la geografía cubana, un cuadro de montañas, vegetación exuberante y un mar tropical, se levanta Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, la primera ciudad fundada en Cuba, en 1512 por los descubridores españoles.
Han pasado dese entonces casi cinco siglos; pero el lugar no ha perdido su exquisita belleza ni la exuberante naturaleza que tanto impresionó al descubridor.
La ciudad se extiende entre el oceáno y las montañas hacia el interior d ela isla, principalmente la gran masa de El Yunque y la línea de colinas, llamada por razones obvias cuando se contempla, La Bella Durmiente.
En su flanco occidental, la ciudad se asoma a la bahía de la Miel, llamada así por el color de sus auas al atardecer. Se dice que el que se baña en ellas a medianoche ya no puede abandonar Baracoa.
Mas allá, se encuentra el pequeño puerto natural de Porto Santo, nombre que le dio el mismo Colón y donde plantó una cruz de madera, la Cruz de la Parra, que ahora se guarda con reverencia, pues es ni más ni menos la reliquia cristiana más antigua de América.
Una ciudad de récords en su epoca pero con una gloria efímera. Remota y aislada del resto de la isla, su capitalidad solo le duró 5 años, en beneficio de Santiago de Cuba. Pero, por otro lado, esto le ha valido su inigualable conservación natural, que ofrece su belleza a todo el que quiera visitarla.