Kafka y Praga, matrimonio indisoluble

Esta clara la larguisima trayectoria que une a la ciudad Checa de Praga con la figura de Kafka, tanto por ser su lugar de nacimiento como por toda una vida recorriendo los rincones de esta bellísima ciudad. Pero aún se puede ir más allá.

Hay quien insiste en reconocer sitios concretos de Praga en las obras de Kafka. En esta búsqueda de referencias, El Castillo podría ser el célebre monumento de Praga, la catedral de El proceso sería la de San Vito y el camino tomado por Joseph K. en el último capítulo conduciría desde la ciudad vieja hasta los límites exteriores de Kleinseite, hacia el puente de Carlos.

También se ha dicho que en La Condena, desde la ventana de Georg Bendemann, se reconoce el embarcadero, el río y la orilla opuesta del río Moldava, tal como pueden verse desde Niklasstrasse, donde vivió la familia Kafka en 1912.

Pero lo cierto es que la oficina, la escuela, el instituto, la universidad, la iglesia, la cárcel y el castillo de sus obras no dejan de ser lugares alegóricos donde escenificar las metáforas kafkianas.

Al atardecer, es posible imaginar al escritor, solo o en compañía, saliendo a dar un paseo por las calles de Praga antes de encerrarse a escribir: itinerarios entre los que se encuentran el Belvedere, el parque Chotek Malá Strana y la zona residencia de Troja.

Como no podía ser de otra forma, los restos del genial escritor permanecen enterrados en el cementerio judío de Praga. Cerca de la sinagoga española, una escultura en su honor diseñada por el artista Jaroslav Róna confunde y descondierta desde 2003 a los paseantes, un digno homenaje al maestro de lo incomprensible.

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