La actitud de las personas hacia la vida en pareja ha cambiado a lo largo de los años. Actualmente se percibe a la pareja como dos seres independientes que comparten algo juntos. Esta visión permite a los miembros de la pareja mantener mayor libertad para cada uno, al mismo tiempo que mantienen algunos aspectos en común y se sienten unidos por la relación.
El concepto fundamental en la pareja es el amor, el cuál puede ser concebido de forma diferente en cada persona. En el amor hay que tener en cuenta tanto la felicidad propia como la del otro y, al mismo tiempo, es importante que la pareja mantenga a lo largo del tiempo la individualidad y la independencia de los miembros para que sea considerada como gratificante (Feliu y Güell, 1992). El amor implica respeto hacia el otro miembro, pero también hacia uno mismo, lo que favorece la igualdad en la relación. El amor no es algo mágico que perdura para siempre por sí sólo, sino que requiere de esfuerzo y voluntad para que continúe existiendo en la pareja.
Durante la primera etapa de la relación, en la etapa de noviazgo, la pareja intercambia muchas más conductas agradables que en etapas posteriores, donde existen más dificultades. Para que la relación sea satisfactoria, estable y, por lo tanto, feliz, la relación debe adaptarse a los cambios y eliminar la rigidez y el autoritarismo. Podemos describir la situación en pareja en función de su posición dentro de un continuo cuyos polos son «totalmente feliz» y «extremadamente conflictiva». La posición de la pareja en este continuo puede modificarse en el tiempo.
Uno de los problemas más frecuentes en las parejas es la mala comunicación. Según Feliu y Güell (1992) cerca del 90% de las parejas que acuden a consulta tienen una comunicación deficiente. Para poder mantener una buena relación de pareja es necesario que la comunicación entre los miembros sea fluida, que exista confianza entre ambos, y que puedan hablar de cualquier tema sin inhibiciones. Cuando aparece un problema en la pareja es importante mantener una conversación sincera y honesta sobre cuál es el problema según ambas partes, de esta forma, se pueden encontrar soluciones aceptables para ambos. Ignorar los problemas para preservar la armonía genera el resultado contrario, creando mayor insatisfacción en los miembros debido a que supone mantener la situación problemática, y aumenta el desencanto.
Una de las dificultades a la hora de solucionar los problemas de forma conjunta es la obstinación, por uno o ambos miembros de la pareja, en tener la razón y no escuchar a la otra parte. En los problemas de pareja los dos miembros tienen parte de responsabilidad en la generación y el mantenimiento del problema, por lo que, para comenzar a solucionar el problema, ambas partes deben realizar un trabajo personal para asumir la parte de responsabilidad que le es propia. Este trabajo consiste en observar la propia conducta, qué se ha hecho o qué no se ha hecho por la pareja, cómo ha influido su comportamiento en la causa y el mantenimiento del problema, etc. Este trabajo debe realizarse cada uno consigo mismo, de forma totalmente sincera y sin buscar la responsabilidad del otro sino únicamente la propia.
Una buena herramienta que resulta muy útil en la solución de problemas de pareja es la negociación, en la que cada uno aporta propuestas de solución con el objetivo de encontrar una que se adecúe a las necesidades de ambos y en el que el resultado permite que ambos miembros ganen la partida, lo que facilita que la solución sea satisfactoria para los dos. Esto implica que ambas partes estén dispuestas a realizar ciertas concesiones a la otra parte. Para ello, primero debemos especificar qué es lo que queremos conseguir y porqué. Cuando tenemos claros nuestros objetivos, es necesario tener un orden de prioridad para saber cuáles son innegociables – los que estarían en los primeros puestos en este orden de prioridad – y cuáles podrían ser negociables o incluso prescindibles. Sabiendo cuáles son nuestras prioridades podemos exponer el problema y plantear propuestas para solucionarlo, teniendo en cuenta que hay diversos aspectos que facilitarán llegar a un acuerdo:
- Mostrar una actitud positiva desde el principio para solucionar el problema
- Escuchar a la otra parte
- Cuando la otra parte plantee una solución, no rechazarla en un principio, pedir más explicaciones para comprobar los puntos de interés de su propuesta y qué podemos aceptar de lo que la otra parte propone.
- No subir el tono de la voz si alguna propuesta nos desagrada, no interrumpir o amenazar, pedir aclaraciones, etc.
- Si la otra persona muestra una actitud negativa o crítica, mantener una actitud firme y serena.
Se puede empezar la negociación proponiendo una solución que nos convenga a nosotros y conforme la otra persona expone sus objetivos, ir modificando la propuesta en función de los intereses comunes. Es importante mantener nuestras metas, pero hay que estar abierto a cambiar de ruta y ser flexible en los pasos para conseguir nuestros objetivos.
La negociación requiere que ambas partes deseen encontrar una solución al problema de forma conjunta y que el objetivo final sea mantener y mejorar la relación. Si alguna de las partes no cumple estos requisitos puede que para llegar a una solución se necesite una mediación por parte de un profesional o incluso sea necesario plantear la ruptura de la relación.
Otros aspecto a tener en cuenta es que hay centros de psicología en los que hay expertos especializados en terapia de pareja. Por ejemplo, en la Comunidad Valenciana, existe este centro de psicología en Valencia en el que te podrán asesorar y acompañar a la hora de afrontar este tipo de problemas que aunque siempre han existido, si que es cierto que tras la pandemia han despuntado de forma notable. Es probable que haya sido causado por la gran cantidad de tiempo que hemos pasado juntos con nuestras parejas (a lo que no estábamos acostumbrados) más toda la problemática que se ha sufrido (despidos, cierres, ERTEs, etc). Sin duda, ha sido un problema que ha desencadenado muchos otros.